… no pasa nada si quieres llorar sin motivo aparente… lo importante es que uses esa fuerza que sale en forma de lágrimas para moverte hacia adelante.
 
Apróvecha la fuerza del llanto, en vez de permitir que te aplaque: limpia la casa, abraza a tus seres queridos y diles que les quieres mucho… repara lo dañado, ya sea una lámpara o una relación que quieres recuperar… convéncete de que puedes usar esas energías para moverte hacia adelante, aunque parezca que te empuja fuerte hacia el suelo,  úsala como trampolín…
 
 

Luego cuando pase la marea tómate un descanso extra, sal a pasear, de compras, habla con un amigo, date tiempo para ti y disfruta porque convertiste la tristeza en paz, el tornado en brisa fresca, el llanto en un motor que te ayuda a avanzar hacia adelante para ser cada vez mejor.
 
A veces la tristeza es un recurso para equilibrarnos emocionalmente, acumulamos emociones, situaciones, estrés, somos vulnerables…. da igual el porqué, no hacen faltan diagnósticos.  ¡atrévamonos a llorar y a expresarnos emocionalmente!, somos humanos.
 
Ésto me hace reflexionar sobre la falta de educación emocional que recibimos desde pequeños y cuánta falta nos hace. Horas y horas de escuela desde bien pequeñitos, con un currículum oficial según el cual el niño debe aprender a leer, sumar, restar, etc. y llegamos a los cursos superiores… toda nuestra vida recibiendo contenidos conceptuales, procedimientos para la resolución de problemas matemáticos, reglas ortográficas… ¿y quién nos enseña a afrontar un fracaso? ¿y cómo asumir que alguien tiene una terrible enfermedad? ¿quién nos enseña a ser fuertes emocionalmente?.
 
Animo a las familias a cuidar este ámbito que, en ocasiones, dejamos olvidado pensando que no hay que cultivarlo. Os aseguro que sí, hay que enseñar a los niños a afrontar sus miedos, sus incapacidades, reforzar su autoestima y sus ganas de conocer. Este esfuerzo merece la pena más que ningún otro en el mundo.
 
Raquel C.
Educacoach